sábado, 16 de julio de 2011

En el Día del Padre


Se aproxima el 19 de marzo y en esa fecha celebraremos el Día del Padre. No es una fecha más en el calendario porque mujeres y hombres recordaremos con gratitud a nuestros padres. No se trata tampoco de una fecha para sentimentalistas llorones o para que sea   rechazada so capa de calificarla como de estrictamente  comercial. Es el Día del Padre el que nos lleva a revivir la  gratitud  a  cada uno y a  cada una de  nosotros.

Una canción de años atrás recuerda con sus versos sencillos la fecha. Dice así : “Oh, mi Papá/tan bueno fuiste para mí/hoy te recuerdo así”. Los niños, los jóvenes y también las personas mayores celebraremos el 19 de marzo y no será una fecha más.

Para quienes estamos inmersos en el mundo del Protocolo la gratitud es una virtud que está a flor de piel. Muchas  veces agradecemos por obligación aunque reconocemos que también somos testigos de unas emocionadas palabras. Es  cuando comprobamos que lo que hemos hecho ha llegado hondo y está  en el corazón de quienes han sido protagonistas o partícipes de innumerables  ceremonias y actos.

Es una fecha para hacer regalos que volverán a hacer sonreir a nuestros padres. Esas  exteriorizaciones de afecto  dirán mucho a quien nos quiere bien. Sin embargo la gratitud es difícil de medir porque el cariño también lo es y  no queda en el simbólico gesto de un obsequio.
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En el Día del Padre recordaremos a nuestros padres vivos y también a los que ya no están. ¡Cuántos años junto a nosotros! Pero no será un día  para entristecernos sino para valorar ese tiempo irrepetible de nuestro crecimiento material y espiritual. Ellos nos encaminaron por la vida y dejaron en nuestras almas  enseñanzas difíciles de olvidar.

A nuestros padres muertos les llevaremos quizá unas flores y ellas   serán un recuerdo alegre en sus tumbas. Nosotros también moriremos y nos llorarán entonces con agradecimiento como nosotros lo haremos el próximo día  19.

El Día del Padre  nos lleva a pensar en tantas palabras llenas de afecto y de cariño que han dejado dejan un eco sin fin. Son las mismas  que, de manera sencilla,  una niña puso en una carta dirigida a su padre. Me permito transcribirla. Dice así: “Querido Papá. Calle Gratitud. Número cincuenta. Querido Papá: Estoy muy contenta y te doy gracias por todos los sacrificios que haces por mí. Yo trato de recompensarlo rezando. Que pases este día muy feliz y todos los demás de tu vida. Yo le pido a Dios que te conserve por muchos años. Con todo cariño, tu hija María Mercedes.”


Roberto Sebastián Cava

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